La historia inicia a comienzos del siglo XX. Con un banquete de los de aquellos tiempos. El compadre Bartolo era hombre de buen comer. Pero aun así, ese día todos estaban sorprendidos de su apetito. "¡Cómo come el compadre!", decían. Esa tarde, después de haber probado todo (y haber repetido cada plato), se echó a descansar debajo un árbol de mango. Para hacer la digestión, alcanzó un par de las frutas y las devoró. Luego cerró los ojos y se quedó dormido. El compadre Bartolo ya no despertó. Pero su leyenda comenzó ese día. Somos sus hijos y su apetito es nuestro legado.
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